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Ed. Alianza Editorial Madrid 2008, 271 págs. |
Año de 1ª publicación: 2006
Sobre el autor:
Yasmina Khadra es el seudónimo femenino del escritor y ex-oficial del ejército argelino, Mohammed Moulessehoul (Sahara argelino, 1955). ex-oficial del ejército Argelino y autor de otros textos sobre el conflicto en Oriente Medio. Su web es www.yasmina-khadra.com
Sinopsis:
En un restaurante abarrotado de clientes de Tel Aviv, una mujer acciona los explosivos que oculta bajo sus ropas. Numerosas víctimas empiezan a llegar al hospital. Allí el doctor Amín Jaafari, palestino de nacionalidad israelí, utiliza la cirugía para salvar vidas. Pero entre los muertos del atentado se encuentra el cadáver de alguien muy importante para él, tanto que el mundo se le derrumba en ese momento, tanto a nivel personal como profesional. Sumido en un profundo estado de ansiedad, necesita dar respuesta a todos sus interrogantes; respuestas que le depararán ingratas y peligrosas sorpresas.
Un relato de intriga, con el terrorismo islámico como detonante y leitmotiv, que nos hace reflexionar sobre la barbarie oculta en la vida moderna y autocomplaciente de nuestra sociedad actual.
Según el premio Nobel J. M. Coetzee, Yasmina Khadra hace de El atentado "una novela de engaños y desengaños, de ilusiones y decepciones, una intervención quirúrgica en vivo sobre el amor, la incomunicación y las relaciones de pareja en la sociedad actual. Una reflexión, en suma, sobre la vida y la muerte en tiempos difíciles".
Sobre el terrorismo, el mundo occidental y otras reflexiones interesantes:
«El mundo está dominado por la mentira" (Yasmina Khadra)
La película:
https://www.filmaffinity.com/es/film926494.html
MIS NOTAS:
Estilo
Frases cortas, estilo directo, casi periodístico, que produce agilidad y dinamismo.
La primera escena, el relato del propio atentado, es de una crudeza impactante. El lenguaje es directo, no deja nada suelto a la imaginación, las imágenes son muy visuales. Parece una película de aquella a las cuales estamos tristemente acostumbrados, las vemos a diario en los noticiarios. El relato es cruento, demoledor, aplastante, imposible dejar de leer… El lector se traslada al centro del atentado, y se coloca ahí, observando como testigo involuntario, en medio de la destrucción.
La prosa realista se alterna con pasajes cargados de lirismo, sobre todo en sus descripciones de la ciudad o en los recuerdos de su infancia:
“La noche se apresta a largarse mientras el alba espera impaciente a las puertas de la ciudad. Por el escote de los rascacielos se va colando un purulento rayado que fisura metódicamente los faldones del horizonte. Ésta que se bate en retirada es una noche vencida, estafada y estupefacta, atestada de sueños muertos e incertidumbres. En un cielo en donde no queda la menor huella de romance, ni una sola nube se propone atemperar el resplandeciente celo del amanecer. Su luz no calentaría mi alma aunque fuera la de la Revelación.” (pág. 43).
“Fuera, la noche hace sus maletas” (pág. 86)
“(…) veo la noche caer como una cuchilla sobre la ciudad, ensangrentando el horizonte.”
“cuando la noche recoge sus faldones ante las primeras caricias del día”
La mentira, vivir ignorando la realidad del otro:
“Creemos que sabemos y entonces bajamos la guardia y hacemos como si todo fuera sobre ruedas. Con el tiempo, acabamos dejando de prestar la debida atención a las cosas. Nos confiamos. ¿Qué más se puede pedir? La vida nos sonríe, la suerte también. Se ama y se es amado. Nuestros sueños marcan la pauta de la realidad. Todo nos sale a pedir de boca… Luego, sin previo aviso, el cielo se nos viene encima. Y, cuando ya está todo patas arriba, nos damos cuenta de que la vida, toda la vida-con sus altibajos, sus penas y sus alegrías, sus promesas y sus desengaños-, pende de un hilo tan inconsistente e imperceptible como el de una telaraña. De repente, el menor ruido nos espanta, y ya no conseguimos creer en nada. Lo único que deseamos es cerrar los ojos y no volver a pensar” (pág. 80)
· El fanatismo religioso:
“No creía en las profecías de la discordia y no conseguía hacerme a la idea de que Dios pudiera incitar a sus hijos a enfrentarse y a convertir la práctica de la fe en un absurdo y espantoso asunto de relación de fuerzas” (…) Desde entonces he desconfiado de todo lo que me reclama algo de mi sangre para purificar mi alma (…)
“Estamos muy orgullosos de ella (…) ¿Orgullosos de haberla mandado al matadero? (pág. 131)
· Islamismo, Integrismo y “causa palestina”:
“Un islamista es un militante político. Su única ambición es instaurar un Estado teocrático en su país y gozar plenamente de su soberanía y de su independencia… Un integrista es un yihadista radical. No cree en la soberanía de los Estados musulmanes ni en su autonomía. Para él son Estados vasallos destinados a disolverse en un solo califato. Porque el integrista sueña con una umma indivisible que se extiende desde Indonesia hasta Marruecos para, de no conseguir convertir occidente al Islam, avasallarlo o destruirlo… nosotros no somos islamistas o integristas. Sólo somos los hijos de un pueblo expoliado y humillado que luchan con los medios de que disponen para recuperar su patria y su dignidad, ni más ni menos.” (pág. 168-9)
· El muro:
“Hoy, producto de algún pernicioso designio, un muro odioso se interpone incongruente a mi cielo de antaño, tan obsceno que los perros prefieren orinar en los espinos antes que a sus pies (…)
El judío es errante porque no soporta los muros. No es casual que haya levantado un muro para llorar sobre él. Sharon está leyendo la Torá al revés. Cree que está resguardando a Israel de sus enemigos y no hace sino encerrarlo en otro gueto” (pág. 253)
“Todo judío de Palestina es un poco árabe y ningún árabe de Israel puede eitar ser un poco judío “ (pág. 255).
· La vida por encima de todo:
"Mi padre me decía: Miente quien te cuente que existe una sinfonía mayor que el hálito que te anima, pues en el fondo odia lo mejor que hay en ti, que es la posibilidad de sacar provecho a cada instante de tu vida. Si partes del principio de que tu peor enemigo es aquel que intenta sembrar el odio en tu corazón, ya tienes media felicidad ganada. No tendrás más que tender la mano para coger lo demás. Y recuerda bien esto: no hay nada, absolutamente nada por encima de tu vida… Y tu vida no está por encima de la de los demás". (pág. 109)
Después, el ermitaño le dirá:
“La vida de un hombre vale más que un sacrificio, por elevado que esa éste (…) Porque la más grande, la más justa, la más noble causa en este mundo es el derecho a la vida (…)
Sobre él, el narrador-protagonista piensa:
“(...) su imperio es la choza donde vive, su festín, la comida que comparte con los seres que aprecia; su gloria, un simple pensamiento en el recuerdo de quienes van a sobrevivirle” (pág. 259).
· La verdad:
“¿Qué verdad, la tuya o la mía? ¿La de una mujer que supo ver dónde estaba su deber o la de un hombre que cree que basta con apartar la vista de un problema para que desaparezca? (…) ¿La del árabe que cree que por tener pasaporte israelí se ha quitado el muerto de encima? ¿La del moro domesticado modélico al que rinden honores por cualquier cosa y al que invitan a recepciones de postín para que la gente compruebe lo tolerante y atento que es uno? (…) Estamos en un mundo que se despedaza a sí mismo todos los días de Dios. Nos pasamos la noche recogiendo a nuestros muertos y la mañana enterrándolos. Nuestra patria es repetidamente violada (…) Y tú, como te encuentras tana gusto en tu jaula dorada, te niegas a reconocer nuestro infierno (…) Tu mujer ha muerto para redimirte, señor Jaafari.
· La libertad. La felicidad:
“Viajar por donde se quiera no es libertad (…) La libertad es una convicción profunda. Es la madre de todas las certidumbres. Y resulta que Sihen no estaba tan segura de merecerse la suerte que tenía (…)
Es como encender una barbacoa en un terreno incendiado. Tú sólo veías la barbacoa y ella veía lo demás, la desolación circundante que tanto te fastidiaba (…)
No existe la felicidad sin dignidad y no hay sueño posible sin libertad… El hombre inventó la guerra. La mujer inventó la resistencia (…)
No se puede regar con una mano la flor que se coge con la otra, ni se hace un favor a la rosa colocándola en un florero. Uno se cree embellecer su salón y en realidad está desfigurando su jardín.” (pág. 240-1)
Desesperanza, falta de fe, desilusión:
“Los tres contemplamos en un silencio absoluto el horizonte abrasado por la aurora, seguros de que tampoco el día que amanece, como los anteriores, sabrá aportar suficiente luz al corazón de los hombres” (pág. 90)
Sueños:
“Quien sueña demasiado olvida vivir, decía mi madre a mi padre (…) Quizá sea eso lo que me ha ocurrido con Sihem (…) Sólo tenía ojos para las alegrías que me daba y no sospechaba sus penas, sus debilidades… En realidad no la vivía por dentro, si lo hubiera hecho, no la habría idealizado tanto y la habría aislado menos (…) ¿Cómo podía vivirla si no dejaba de soñarla?” (pág. 195)
En cambio la frase final es un alegato a
los sueños, como única salida a una realidad “confiscada”:
“Pueden quitarte todo; tus bienes, tus mejores años, todos tus méritos y alegrías; hasta la última camisa; pero siempre te quedarán los sueños para reinventar el mundo que te han confiscado” (pág. 270)
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