El autor:
Autor y actor holandés, Herman Koch ha desarrollado una notable carrera como actor, tanto en la radio como en la televisión o el cine, participando en populares series cómicas de su país, así como en varias películas con papeles menores. Además, es un colaborador habitual en prensa escrita, donde mantiene dos columnas de opinión.
En lo literario, es conocido por sus relatos cortos, con los que ha publicado varias antologías, así como por sus novelas, logrando un gran éxito con La cena (2009) obra que se llevó el Premio del Público en Holanda y que ha sido traducida a más de 20 idiomas. Ha recibido sendas adaptaciones tanto al teatro como al cine.
El argumento
Dos parejas -Paul, el narrador en 1ª persona, Claire, su mujer; su hermano Serge y su cuñada Babette) se han citado para una cena aparentemente informal en un moderno y exclusivo restaurante de Ámsterdam. Mientras saborean el aperitivo charlan con aparente despreocupación sobre la última película de moda y sus planes para las vacaciones, son conscientes de que, tarde o temprano, deberán abordar el incierto y acuciante asunto que los ha llevado a reunirse: el futuro de Michel y Rick, sus hijos de quince años, que según algunos indicios podrían estar envueltos en un caso de violencia grave. Así pues, tras los postres, cuando la cena llegue a sus últimos compases, la tensión entre los comensales habrá alcanzado su punto culminante y la cadena de secretos y revelaciones confluirán en un final dramático en el que nadie podrá esgrimir su inocencia.
Tono ácido y sarcástico.
Cada una de las seis partes de la novela (aperitivo, entrantes, segundo, postres, sobremesa y propina) se inicia con una descripción detallada de los platos, con cierto sarcasmo hacia los restaurantes de super-lujo.
La crítica es predominante en este libro, una crítica hacia la sociedad actual que abarca desde la clase social acomodada -en este caso, holandesa, pero que puede ser extensible a toda Europa, pasando por la relación padres-hijos, hasta la política, con cierta incidencia en este último tema, puesto que Serge es un renombrado político.
Mientras avanza la cena, también lo hace una conversación entre los comensales, que se inicia con temas banales sobre el veraneo o el cine, como una forma de no abordar el tema principal y verdaderamente preocupante de ambas: el suceso acontecido a sus hijos de 15 años.
Los personajes:
Es
clave la personalidad de los personajes, analizados cada uno a través de los
ojos de Paul. Al principio parecen una cosa y al final otra. Porque hay datos
que Paul desconoce y, por tanto, como narrador nos los hace desconocidos a los
lectores, y conjuntamente los iremos descubriendo. Haciéndonos cambiar de
parecer, primero te caen bien unos personajes y después otros.
Reflexiones:
Novela aboserbente que nos introduce en una historia dura y cruel, por desgracia, reflejo de la sociedad, que podría ser una realidad, o más exactamente, que ya lo ha sido: todos recordamos el caso del asesinato de una indigente por parte de unos "pijos" de clase alta en Barcelona en 2005. Las imágenes de la cámara de seguridad del cajero en que dormía la pobre mujer dieron la vuelta al mundo, y a ellas se refiere Koch en la novela, un asesinato televisado.
Vemos cómo la vida puede cambiar en un momento, cómo sale a la luz lo peor del ser humano, cómo reaccionan las personas ante un hecho irracional, cómo florece la sobreprotección y la justificación de los hechos. Provocando la reacción del lector, una reacción contradictoria, como madre siento esa complicidad que siente Claire con su hijo, esa actitud de defensa, de protección, pero también siento ira y desesperación por ver cómo alguien es capaz de cometer un acto de salvajismo contra otro ser humano.
Y una y otra vez te planteas la misma
pregunta “¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir a un hijo que
comete un delito injustificable?” ¿Hasta dónde llegarías tú?
En cualquier caso, un libro que no te deja indiferente, sobre todo, si tienes hijos. Plantea una situación límite que te lleva a pensar: ¿y si esto me ocurriese a mí? , ¿cómo reaccionaría, cómo actuaría? Y los dilemas: ¿es mejor hacerlo público, asumir la responsabilidad y buscar el perdón social o tratar de ocultarlo a cualquier precio?
Tras leer esta novela, corta pero intensa, que fluye de menos a más, que provoca tu reacción, que te saca tu instinto de protección junto a la ira que produce el desenlace, surgen temas de debate como: en qué sociedad vivimos, cómo estamos educando a nuestros hijos y en qué nos estamos convirtiendo los seres humanos.
Algunas frases del libro:
“La felicidad se basta a sí misma, no necesita testigos.”
“No se trata de que vayamos huyendo de los problemas o de las situaciones difíciles. Pero para los problemas se puede, se debe buscar soluciones.”
“Y en ese preciso instante me asaltó un nuevo pensamiento. Un pensamiento como una pesadilla de la que uno despierta sudando, el edredón en el suelo, la almohada empapada de sudor, el corazón desbocado, pero hay luz en el dormitorio, en realidad no ha pasado nada, sólo ha sido un sueño.”
“En un programa entrevistaban a una señora que tenía por vecinos a una pareja gay, dos chicos jóvenes que vivían juntos y que, de vez en cuando, se ocupaban de los gatos de la mujer. Pues bien, ella aseguraba que eran un cielo. Lo que en realidad quería decir era que, aunque sus vecinos fueran homosexuales, el hecho de que se hiciesen cargo de sus gatos demostraba que eran personas como tú y como yo. Aquella mujer apareció en el programa irradiando cierto aire de autosuficiencia, encantada con la idea de que a partir de ese momento todo el mundo sabría lo tolerante que era. Que sus vecinos eran un cielo a pesar de hacerse guarradas entre ellos. Cosas reprobables, de hecho, cosas enfermizas y antinaturales. Perversidades, en resumidas cuentas, que sin embargo quedaban disculpadas por el cuidado desinteresado que prodigaban a sus gatos. (…)
“Pensad en los millones de víctimas de todas las guerras que ha habido hasta el momento (…) Sólo desde el punto de vista estadístico es imposible que todas esas personas fuesen buena gente, con independencia del bando al que pertenecieran. La injusticia es más bien el hecho de que los cabrones también van a engrosar la lista de víctimas inocentes. Que sus nombres también aparecen en los monumentos de guerra”.
“La vergüenza ajena por nuestros primeros
ministros es la única emoción que fluye de un gobierno holandés al siguiente”.
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