Bartomeu, Olga: LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD. Claves para disfrutar de la vida.

Ed. Planeta DeAgostini, 1992.
Ed. especial para
Grupo Correo de Comunicación, 1996.
238 págs.
 

Sobre la autora:

Después de años centrada en la dirección y presentación de su programa radiofónico en Canal Sur, la psicóloga y sexóloga Olga Bertomeu publicó el que sería su primer libro "La conquista de la felicidad", en el que nos ofrece las claves para una vida sana física y psíquicamente.

Reseña: 

La felicidad es un estado íntimo que se aproxima más al sentimiento que a la razón, a una sensación interior personal que se irradia en los demás, algo que no sólo da sentido a la vida, sino a nosotros mismos; pero nunca es sinónimo de posesión, realización de deseos o amor. ¿Somos felices? ¿Nos sentimos íntegros? ¿Cómo hemos de afrontar las etapas de nuestra vida, la familia, nuestro cuerpo y nuestra mente? ¿Qué tipo de placer necesitamos? ¿Qué importancia debemos dar al sexo?. 
Este libro, pequeño en apariencia, ambicioso en contenido, plantea una reflexión profunda sobre los misterios, dilemas, problemas, retos... de las distintas etapas de la esencia y existencia humanas, desde la concepción hasta la muerte.

Mis notas:

Por mi profesión, la parte que leí con más autocrítica fue la dedicada a la etapa escolar, donde se aborda lo que es y debería suponer la escuela/educación a nivel personal y social:
  • Sobre el fin de la escuela:
"En realidad, el papel de la escuela está muy claro, y el primer requisito que debe cumplir en una sociedad coma la nuestra, generadora de injusticia social por doquier, y de desigualdades entre los seres humanos, es el de paliar ese defecto. Por utópico que nos parezca, debemos esforzarnos todos por conseguir que nuestra escuela funcione como igualadora de oportunidades para los chavales y que intente por todos los medios ser igualadora de los resultados" (pág. 74).
"La escuela debería ser la supervisora de la evolución del niño, un detector de anomalías, un cómplice interesado y enriquecedor de su proceso de desarrollo y un elemento corrector de aquellas situaciones carenciales en las que el crío sufre conflictos familiares y personales que interfieren seriamente en su devenir" (pág. 75).
"Resulta sorprendente constatar que el primer requisito que se debería cumplir, es decir, que la escuela se hiciera para el niño, a su medida y según sus necesidades, no se cumple; y que, lamentablemente, se pretende y exige que sea el niño quien se ajuste a un modelo rígido, al precio que sea, incluso el de la deserción. La escuela debe ser para el niño y no el niño para la escuela" (pág. 78)

  • Sobre el papel del alumno: 

" ¿Enseña la escuela a crear en el niño la conciencia del lugar que él ocupa en la sociedad? (...)

¿Enseña el derecho y el deber que una personal tiene de participar democráticamente en la vida de su grupo social?" (pág. 78).

  • Sobre metodologías. En este apartado, las críticas están un poco desfasadas, ya que, en estos momentos, no son minoría, sino mayoría los docentes que incorporan metodologías activas y nuevas tecnologías en su didáctica:

"¿Ofrece al niño la posibilidad de conectar los conocimientos que adquiere en clase con la práctica científica real?

¿Le ofrece la oportunidad de descubrir las leyes en lugar de aprenderlas como un acto de fe, de poder verificar las hipótesis en vez de exponerlas, como algo distante y desconectado de la realidad?

¡Qué poquitas veces la escuela ermite que se destaque y se realce el espíritu creador, la capacidad de intuir y de imaginar, de general entusiasmo y de desvelar dudas!" (pág. 78)

"¿Queda mucho para que se cumpla el vaticinio de Carlos Marx, o ya hemos de dar por perdidas las esperanzas": "Llegará un día en que las ciencias naturales englobarán la ciencia del hombre, al igual que llegará un día en que la ciencia del hombre englobará las ciencias naturales, y ya sólo habrá una sola ciencia" (pág. 79).

Más adelante, en el capítulo dedicado a la adolescencia, tras abordar toda la revolución identitaria, hormonal y sexual, vuelve a tratar el tema de la escolarización y su encaje en este complicado momento evolutivo:

"Así que, la escuela y el instituto, se convierten en una especial coctelera donde se van a mezclar los ingredientes más diversos (...) La escuela es, además, un lugar de encuentro, de relación con los iguales, una oportunidad para que surjan y se intercambien afectos. Aún más, quizás un modo de suplir un posible desamor familiar. Y además un lugar donde aprender. ¡Maravilloso! ¿Verdad que podría ser maravilloso?

Pues no lo es siempre. O mejor dicho, lo es pocas veces (...) Porque inevitablemente a las obligaciones académicas se suman las exigencias y aspiraciones familiares que, con tanta frecuencia, producirán fricciones constantes. Y así, la percepción de la escuela bien podría ser la de un lugar inseguro, en el que uno entra ya tocado por la angustia, y en el que en numerosas ocasiones se vive el rechazo, lo la depreciación.

(...) la escuela, porque en esa palabra se encierra multitud de elementos que condicionarán y connotarán la experiencia lectiva del chaval que, a su vez, influirá decisivamente en la cristalización de su personalidad y de su proyecto personal" (pág. 125).

Y reflexiona sobre el papel del docente, decisivo en el desarrollo del adolescente:

"Un adulto importante entra en la vida del joven para establecer una relación crucial. Solo los padres, y quizás ni siquiera tanto en esta situación, pueden superar en ascendencia al profesor. ¡El profesor es vital! (...) porque lleva en sí mismo la semilla de las grandes decisiones que haga el adolescente. Seductor modela a quien se aspira a parecerse, o abominable personaje de pesadilla.

Amante de su profesión, animoso y seguro, es capaz de activar todas las fibras sensibles del estudiante para generar en él el gusto por el estudio y la curiosidad por el saber" (pág. 125)

Pero ahora viene la crítica:

"Pero es que así, así, no son todos, ni siquiera muchos, Es más frecuente encontrar subido en su tarima a un ser un tanto desganado con su quehacer, con dificultades para enseñar lo que sabe, o no sabiendo muy bien lo que tiene que enseñar ni lo que tiene entre manos, de manera que es capaz de destruir el gusto por el estudio, si lo hubo, de desmotivar y de llevar al chico a la indiferencia y al rechazo, e incluso a sentimientos de inferioridad. ¡Qué bendición un buen maestro, y qué desgracia uno incompetente y malhumorado!" (pág. 126)

Mención especial al tratamiento del amor en todas sus dimensiones: paternal, filial, el enamoramiento, el proyecto común del matrimonio, el desamor, las segundas oportunidades... El acertado enfoque del declive de la madurez, el fin del período reproductor, "el  nido vacío y el último cartucho" (pág. 213).

El punto y final llega con la "vejez sí, pero con amor. Saciar el hambre de piel. Los trastos viejos tienen hambre de piel" (pág. 224) y "El miedo a volver la última página" (pág. 231)

Interesante el listado bibliográfico final donde poder ampliar todos y cada uno de los temas tratados.

Reflexión final:

Su lectura amena no nos proporciona en sí unas "claves para disfrutar de la vida", como promete el título, de manera literal; más bien nos invita a repasar, con reflexiones más o menos actualizadas -en algunos temas, el académico, por ejemplo, ya hemos visto que menos- las distintas etapas de la vida, a través de las cuales cada lector va haciendo balance de su propia trayectoria y, en consecuencia, extrayendo sus propias conclusiones acerca de los grandes y universales interrogantes de la existencia humana: el sentido de nuestra vida, el conocimiento de nuestra verdadera identidad, la conquista de nuestros ideales y la realización personal, claves, eso sí, de la conquista de la felicidad.
Si se consigue o no, supongo que dependerá de cada uno/a y del momento vital en que se encuentre.




 




 




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