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Ed. Círculo de tiza, 2020 232 págs. |
Sobre la autora:
La obra:
«Tendré que llevarte al cerro de la Virgen y tendré que decirte que eso es La Mancha y que es de esa tierra naranja de donde venimos, que ese manto de esparto que no acaba nunca es lo que eres. Tendré que explicarte lo que es un Pueblo y sabrás que el nuestro está atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el viento. Tendré que recordarte que eres nieto de familia postal, bisnieto de campesinos y feriantes, tataranieto de carabinero exiliado y de quincallera, y que sientas entonces que eres heredero de una raza mítica»
"propagandistas de una visión conservadora del mundo, que identifica progreso con neoliberalismo y con individualismo, y por lo tanto con decadencia y pérdida de lazos sociales, y exige una vuelva a valores y formas de vida tradicionales, "naturales" (como si fueran orgánicas formas de vida que no pasan de ser construcciones sociales). Partiendo de los evidentes problemas actuales de la juventud, en vez de separar el grano de la paja e identificar los aspectos positivos de la ruptura con modelos sociales arcaicos (como la liberación de la mujer, la ruptura de estructuras sociales cerradas y patriarcales, la superación de la miseria material y cultural en la que vivía una buena parte de la sociedad española hasta hace dos días), Ana Iris Simón propone "tirar el bebé con el agua del baño" y volver precisamente a esos modelos, sin pensar (o sin importarle) en todos aquellos, y sobre todo aquellas, a los que esos mismos modelos oprimían y reprimían, y que en la mayoría de los casos no tuvieron, como ella, la oportunidad de experimentar lo que significa vivir una vida cool de chica universitaria joven en piso compartido en Malasaña.No sé si es prematuro acusar a Ana Iris Simón de rojipardismo, aunque la inconfundible mezcla de crítica social y discurso antiliberal (incluidas muy veladas críticas a la democracia) está presente en Feria. Lo que está claro es que algunos de sus mensajes han sido fácil y felizmente adoptados por la derecha conservadora (como el caso del cheque bebé de Ayuso, dirigido a madres jóvenes residentes en Madrid desde al menos 10 años, o sea, a anairisimones) y por la extrema derecha, como demuestra el guiño de Santiago Abascal en el Congreso. Y que Ana Iris Simón ha estado muchísimo más preocupada por defenderse de las críticas de la izquierda, que en desmarcarse mínimamente de esos guiños de la (extrema) derecha. Y eso no puede ser casualidad". (Santi, licenciado y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto, actualmente investigador en el Centro de Estudos Comparatistas de la Universidade de Lisboa. Autor de Ilustre Ruritania Ilustrada y de Imposibles impensables, también escribe sus cositas en el blog Como un libro abierto).
Para gustos y opiniones, los colores. Cada cual, que saque sus conclusiones.
A mí, personalmente, al margen de polémicas políticas e ideológicas, alimentadas en medios de comunicación oral y escrita, lo que me ha suscitado -quizás porque yo también soy de pueblo y castellano-manchega- es un paralelismo nostálgico con mi propia familia, con mis raíces; la necesidad de dejar por escrito, antes de que se desvanezca y se pierda, la memoria, el legado de la sabiduría popular de los que nos precedieron; quienes, sin haber salido en su vida de los límites de su pueblo y sin pisar la escuela ni abrir un libro, nos transmitieron grandes valores, esos que constituyen nuestra esencia y que ahora a nosotros nos toca contextualizar , depurar -en eso consiste, a mi entender, el progreso- y continuar la cadena de transmisión para que ese legado no se pierda.
Entrecomillados que han suscitado polémica:
"Tardé más de 20 años en decir que mis abuelos eran feriantes. También tardé 20 años en dejar de avergonzarme de que a Ana Mari (mi madre) le gustara el flamenco y el flamenquito"
"Yo que había decidido vivir en un parque temático, yo que había creído que trabajar de lo mío desde los veintipocos aunque fuera por mil euros era un triunfo, yo que había pensado que tener hijos joven era de pobres porque mis padres lo eran. (…) Igual me da envidia la vida que tenían mis padres con mi edad porque a veces, sin casa y sin hijos (…) como consecuencia de no tener horizonte mucho más que incertidumbre, daría mi minúsculo reino, mi estantería del Ikea y mi móvil, por una definición concisa, concreta y realista de eso que llamaban, de eso que llaman progreso".
"Cuando lo digo la gente piensa que soy gilipollas y pienso yo: tienes 32 años, cobras mil euros al mes, compartes piso y las muchas cosas que tienes que hacer antes de supuestamente asentarte son ahorrar durante un año para irte a Tailandia, comerte una pastilla y hacer arrumacos a tus colegas"
"Igual nos habíamos igualado por el lado malo. Yo quería ser un poco mujer florero. Creo que en realidad no quería decir mujer florero, sino ama de casa (…). Si estábamos intentando derruir el mito del amor romántico (…) no era porque fuera dañino, no lo negábamos tampoco, todo tiene sus cosas, sino porque éramos y somos mediocres y a los mediocres no les gusta intuir nada que aspire a lo sublime o a lo épico".
"Pensábamos en la posibilidad de que toda mujer ame a un fascista como escribió Sylvia Plath, quien también se preguntaba si no era mejor abandonarse a los fáciles ciclos de la reproducción y la presencia cómoda y tranquilizadora de un hombre en casa".
"La mujer es granujilla y se aprovecha del hombre blandengue. No sé si se aprovecha o se aburre, y entonces, le da capones y todo. Por eso digo que el hombre tiene que estar en su sitio y la mujer en el suyo, no cabe duda".
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