Sanz, Silvia: EL AVIADOR

Ed. Platero Cool-books, 2022
240 págs.
La autora

Madrid, 1972.

La obra

Sencilla novela en cuanto a contenido y forma, sin artificios y, por tanto, de muy fácil lectura. A pesar de que la autora dice que es un libro para adultos, mi opinión es que, por la temática, también podría tener un público juvenil.

La -primera- historia de una madre y sus dos hijos que, tras su separación, decide poner un punto y aparte a su vida, cambiar de escenario y empezar de nuevo, es el pretexto que envuelve la otra historia: la que da título al libro: un aviador escocés de la 2ª Guerra Mundial, que tras las experiencias traumáticas de la contienda, y sus vivencias familiares  sin resolver -infancia y adolescencia con un padre autoritario, una madre pasiva y una relación entre hermanos discutible- deja también atrás su pasado  y comienza una nueva vida al lado de una judía superviviente, con la que será muy feliz.

Las dos historias se cruzan en un previsible final.


Encuentro con la autora

El pasado 13 de febrero, en el centro cívico de Añover de Tajo se celebró el encuentro con la autora Silvia Sanz Fernández.

Allí nos contó su afición a la lectura desde niña y cómo esta actividad le sirve de diversión, evasión y -concluimos al final- también como terapia.

Nos habló de su trayectoria a través de sus libros anteriores  y cómo su impronta personal y su visión de la vida ha ido plasmándose en los mismos. A modo de ejemplo: un caso de su historia familiar, que a ella le marcó desde pequeña, fue la génesis de su obra Heliodora.

Y lo más curioso fue saber el origen de El aviador: un sueño; un sueño que ella tuvo una noche. Tan nítido, tan vívido que, a la mañana siguiente, supo de inmediato que tenía que armar una historia en torno a ese aviador. Indagó un poco; el tema aeronáutico no le costó mucho, pues ella se manifiesta apasionada de la aviación (fue su padre, quien le recomendó que se dedicara a otra cosa, pues su carácter no encajaba mucho con el militar); y se puso manos a la obra. Lo que más le costó -confiesa- fue darle forma, pues aunque tenía muy claro lo que quería contar, no encontraba el formato adecuado; hasta que dio con el que para ella era el que le encajaba perfectamente -no para muchos de sus lectores, que habríamos preferido que prescindiera de la historia-pretexto y se hubiera centrado únicamente en la del aviador-: meterlo como parte de un diario que la adolescente de la primera historia encuentra olvidado en la buhardilla de su nueva casa.

Un componente de nuestro club de lectura le preguntó si no le parecía que su novela era demasiado irreal y poco verosímil, por lo ideal, por ese final tan idílico de "y fueron todos felices y comieron perdices". Ella, tras autodefinirse como una persona muy sensible, nos confesó que, personalmente, le cuesta más escribir sobre lo "bonito" que sobre lo "feo"; que su historia personal -todos pensamos que en la de la madre separada hay mucho de autobiográfico- le ha costado derramar muchas lágrimas, pero que, no obstante, ella cree en las segundas oportunidades, en que "hay luz al final del túnel". Además, está plenamente convencida de que  nuestra mente proyecta lo que piensa. Todo ello, por tanto es la razón de por qué  adopta esa actitud positiva ante la vida y la plasma en todo lo que escribe. 

Párrafo final de El aviador.

La charla concluyó con el adelanto de sus nuevos proyectos,  los agradecimientos mutuos y la foto con los miembros del club de lectura como despedida del encuentro.


Mis notas

  • Referencias históricas: 2ª guerra mundial, bombardeo de Dresde, 13 febrero 1945.















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