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Ed. Anagrama, Barcelona, 2021. 176 págs. |
Escritora, guionista y directora francesa (Boulogne-Billancourt, Francia, 1 de marzo de 1966).
La obra:
Una bellísima novela sobre la gratitud, sobre lo importante que es poder dar las gracias a aquellos que nos han ayudado en la vida.
«Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería. A menudo pensaba: ”Le debo tanto.“ O: ”Sin ella, probablemente ya no estaría aquí.“ Pensaba: ”Es tan importante para mí.“ Importar, deber. ¿Es así como se mide la gratitud? En realidad, ¿fui suficientemente agradecida? ¿Le mostré mi agradecimiento como se merecía? ¿Estuve a su lado cuando me necesitó, le hice compañía, fui constante?», reflexiona Marie, una de las narradoras de este libro. Su voz se alterna con la de Jérôme, que trabaja en un geriátrico y nos cuenta: «Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias. Y con el miedo a morir. Forma parte de mi oficio.»
(Anagrama)
Una novela de muy fácil lectura, ágil, sencilla, pero profundamente emotiva, en la que el humor, la nostalgia, el dolor por la consciencia de las pérdidas; las ausencias, la añoranza y los recuerdos de una intensa vida, contemplada desde la última etapa; la dependencia, la decrepitud, la muerte; pero muy especialmente, la gratitud hacia todo lo que nos rodea, son los ingredientes principales de la misma.
Tres personajes y tres historias con un hilo conductor: un pasado complicado y una actitud ante la vida de resiliencia y gratitud.
Tres historias se entrecruzan y van alternándose en la narración. A través de ellas conocemos
- a Marie, con una mochila detrás -la de su infancia- y la futura, ambas de soledad y abandono;
- a Jerôme, el logopeda, con una relación paterno-filial no resuelta;
- y a la protagonista, la anciana Michka, a la que conocemos cerrando por última vez su casa, su mundo, para trasladarse con muchos recelos a la que será su última morada: una residencia de ancianos. Con ella, superviviente de la 2ª Guerra Mundial, recorreremos una vida en retrospectiva, de superación, pero, en este momento, de "pérdidas" familiares, personales y materiales; un devenir de lo más alto -ella era una brillante correctora en una importante editorial, viajera, culta, libre...- al inminente final: abandono de su hogar, resignación, afasia, dependencia y muerte.
Y eso sí, la moraleja final: hay que incorporar en nuestras vidas esa actitud resiliente, valiente de la entrañable Michka; aprender a soltar, a prepararnos para ese más que probable final de "pérdidas" y practicar a diario "las gratitudes", con el otro y con todo lo que nos rodea.
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