Posadas, Carmen: LA HIJA DE CAYETANA

Ed. Espasa. Barcelona, 2016.
517 págs.

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La historia de tres mujeres procedentes de mundos distintos, unidas por los lazos invisibles de la maternidad y enmarcada en un fresco brillante sobre una de las épocas más fascinantes de España y de Europa, finales del siglo XVIII, fin del Antiguo Régimen, Revolución Francesa e Ilustración.

Mis notas:

  • Personajes:
La 13ª duquesa de Alba, Mª del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, Tana para los amigos, y su primo, José Álvarez de Toledo,  duque de Medina Sidonia, fueron casados de niños, él con 17, ella con ¿13? para que no se perdiera el apellido familiar Álvarez de Toledo.

Ella era hija única y una alteración de su aparato reproductor, le impidió tener hijos. Compra a una bebé de unos tres meses, Mª Luz, arrebatada a "una negra recién traída de Cuba por cierta noble dama cuyo marido murió en la travesía (...) No puede mantener a ambas ahora que es viuda y (...) se ha decidido a vender a la niña. Puso aviso en los diarios como es costumbre (...) y el señor Martínez (...) decidió comprarla como un acto de misericordia. Una transacción completamente legal" (pág. 14).“un niño de fortuna”, nacida y criada en casa del amo y que no conocía las extenuantes tareas del campo.

La niña es hija de Trinidad, negra cubana de 18 años, "niña de fortuna", al nacer y criarse en casa del amo, sin tener que trabajar en las extenuantes tareas del campo. El padre, Juan García, con quien Trinidad se crio como  hermanos de leche, amamantado por la madre de ella, al morir la suya en el parto. Juan procede de una vieja y arruinada familia de Matanzas (Cuba). A los 17 años, se casa con Lucida Manzaneda, de 30, heredera de la mayor plantación de la región.

Rafaela Velázquez, la beata, camarera de la duquesa desde que ésta era un bebé. Entre ellas existe una entrañable relación materno-filial, que se extiende a la pequeña Mª Luz.

Personajes del mundo del espectáculo, como Manuel Martínez, empresario teatral que se mueve únicamente por el interés económico, y la Tirana, actriz. Otros menores, como toreros o los trabajadores del circo ambulante al que Trinidad y su amiga-compañera Caragatos piden auxilio para que acojan a los niños presos por la cruel Amaranta en la "Corte de los Milagros".

Hugo de Santillán, mulato claro, "cafeolé", hijo de un hacendado dominicano y "abogado de pobres" en Cádiz.

La filipina Elisa, sus artes amatorias y el entrenamiento de sus "palomitas" (capítulos 40 y 42).

Personajes y acontecimientos históricos: 

Carlos III -casado con Mª Amalia de Sajonia-, que muere a finales de 1788. Heredan el trono su hijo, Carlos IV y la Parmesana, que ejerce absoluta influencia en él; en previsión de sus "pocas luces", su padre, antes de morir deja a Floridablanca al frente del gobierno (págs.. 125-6). El pueblo pide su dimisión; en Madrid, los disturbios son diarios; "la culpa no es de Floridablanca, sino de los Borbones (...) Desde que llegaron a España y vamos por cuatro generaciones, no han hecho otra cosa que practicar el divide y vencerás" (pág. 126). La inestabilidad política en España es palmaria: "nuestros destinos están en manos de un bobalicón y un muchacho de 25 -Godoy-" (pág. 186).

El "amigo" de la duquesa, don Fancho, Fco. de Goya. Ella se aprovecha de dicha amistad para alimentar su ego y cumplir su deseo de salir anónimamente en algunos de sus cuadros como La Caída, El Columpio... (pág. 183-4).

Alejandro Malaspina y so conspiración contra Godoy (pág. 287).

Manuel Godoy, su prometida Mª Teresa de Borbón (prima de Carlos IV) y su amante de 16 años, Pepita Tudó.

Referencias a Rousseau, "el inventor del buen salvaje" y "la Corte de los Milagros" (pág. 162-3).

Toma de la Bastilla, en julio de 1789.

Enero de 1792, "rueda la cabeza de Luis XVI", noticia que sale publicada e prensa: "Cuando las barbas de tu vecino veas pelar..." (pág. 188).

El verdugo Sansón" rechaza la moneda que el reo solía dar para que la ejecución fuera lo más rápida posible.

Guerra con Francia y Tratado de Basilea, en 1795. "Habrá guerra". A las monarquías española y austriaca no les quedará más remedio que vengarse. Y así fue: España declara la guerra a Francia y sale trasquilada; pierde territorios en el norte y para recuperarlos no tiene más remedio que ceder parte de sus colonias. El negociador, Godoy, al que apelaron "el Príncipe de la Paz". 

En diciembre de 1792,  una gran nevada, a estilo de nuestra Filomena, que dejó helada a la capital durante días y, tras ella, un gran número de muertes, por la gripe "matarratas".

Colonización de La Carlota (Córdoba), en tiempos de Carlos III, con católicos alemanes y flamencos (pág 446).

  • Aristocracia de la época: 
- Palacios: el de Buenavista, de los Alba, en plaza Cibeles; el Capricho, de los Osuna; el Recuerdo, de la duquesa Amaranta, en Chamartín; y el Olvido, en Sacedón.

- Bastardos "de sábana bajera/encimera (pág. 159): "¿Sabes cuántos hijos e hijas, hermanos, hermanas de los señores hay por aquí pelando patatas, fregando escupideras o vaciando orinales? (...) Así ha sido siempre, nuestras sangres se mezclan y remezclan desde hace siglos" (pág. 160).

- "Escuadrón volante": damas espías en la corte, al servicio de la reina.

- "Mal de altura" o "borrachera de las alturas", expresión usada por los de la alta aristocracia para referirse al ascenso de algunos de clase más baja, como el caso de Manuel Godoy. 

- Enemistad/pique/rivalidad entre la duquesa de Alba y la primero princesa de Asturias -después reina- Mª Luisa de Parma, la parmesana, todo por los amores de Juan Pignatelli

- Matrimonio: "(...) amor y matrimonio no son palabras sinónimas. Es más, algunas veces son incompatibles. L que gusta en un amante no se parece en nada a las virtudes que uno busca en una esposa" (pág. 140).

- "Ya sabemos cómo se las gasta la aristocracia con esto de la vocación sacerdotal. Al segundón que no saben dónde colocar lo hacen obispo con 14 años y a vivir como un cura" (pág. 260).

- "Todos deberían tener una calavera como pisapapeles, tal como ocurría hasta hace unos años en las casas respetables (...) Nos recuerda lo que somos, de dónde venimos y en lo que nos hemos de convertir. ¿De qué sirven las riquezas y todas las pompas (...) la soberbia, la gula, la lujuria, si tarde o temprano acabaremos como él? (pág. 267).

- El "perro negro (...) melancholía, es un mal muy elegante (...) los amos (...) porque a nosotros enseguida nos arrancan de las fauces de ese perro de un buen soplamocos- caen de pronto en un desánimo, en una tristeza paralizante que les impide levantarse de la cama, una desgana, una falta de apetitio (...) en esto de las modas aunque sea en enfermedades, todo se pega menos la hermosura (...) los criados tenían instrucciones de trasladarlos de (...) la torre (...) a otras de la planta baja, no fuera a ser que se asomaran a la ventana y les diera por emular a los vencejos" (pág. 162).

Hipocresía: con ironía y no menos dosis de humor se pone de relieve la doble moral de muchos miembros de la clase alta, como el pasaje en que doña Tecla manda colocar su altarcillo durante su travesía a Madeira, con una meticulosa exhibición de reliquias-prepucios. Doble moral entre la realidad y las apariencias que de una forma más patética se manifiesta en la flagelación de su esposo, don Justo de Santolín, seguida de la humillación -felación- a la que somete a su esclava Trinidad, acusándola de ser ella la fuente de sus debilidades/pecados.

  • Sobre la esclavitud: 
- Era habitual la venta de esclavos en periódicos. Separar a sus "crias" tras el destete (como hacemos ahora con las mascotas).

- Útiles en el teatro (para portear, peluquería, costura o como protagonistas de entremeses) o el circo.

- En el Madrid de la época estaba de moda comprar esclavos para el servicio o como ahijados/as, tal como hace la duquesa de Alba, como signo de distinción entre las clase alta.

- "Es cierto que Sevilla ya no podía presumir de aquel crisol de razas en el que la gente de color (...) llegó a suponer el 10% de la población total de la ciudad (...) tener un esclavo negro en Sevilla y vestirlo de forma llamativa era un signo de estatus, de distinción" (pág. 245).

- Manumisión: "proceso de liberar a un esclavo (...) por gracia del propietario" (pág. 81).

Sobre la presencia de esclavos en la Península, la propia autora recoge al final de su novela que "sólo en el siglo XVIII más de seis millones de ellos fueron apresados en la costa occidental de África y llevados a América. Se calcula que la edad media de los cautivos era de unos trece años. La razón es sencilla, los jóvenes son más fáciles de capturar, de domesticar y encima duran más. Tal como se cuenta en el libro, las mujeres eran sistemáticamente violadas durante la travesía. Así, no sólo se contentaba a la marinería, sino que una esclava preñada podía usarse como ama de cría mientras que su hijo pasaba a engrosar, gratis, el número de mano de obra. A los cuatro años ya se los ponía a recoger algodón, por ejemplo. Menos conocida es la historia de los esclavos en España. Siempre los hubo, en especial venidos del norte de África, pero en el XVIII se habían convertido en objetos de lujo. Los llamaban "gentes de placer" y tener un negro con librea o una doncella mulata vestida a la criolla se consideraba un signo de estatus. Se calcula que, entre 1450 y 1750, unos ochocientos mil esclavos negros fueron traídos a la Península, a los que habría que añadir unos trescientos mil moros, berberiscos, turcos, etc. Tal era el número que hubo un tiempo en que el diez por ciento de la población de Sevilla era de color, hasta el punto que Cervantes retrata la ciudad como un tablero de ajedrez o juego de damas. ¿Qué fue de ellos? ¿Se asimilaron al resto de la población? ¿Por qué no hay vestigios como los hay de otras etnias? He aquí un misterio para el que los muchos libros que leí mientras escribía esta novela no tienen respuesta. Me sentiría muy honrada si esta novela sirve para despertar el interés de algún estudioso dispuesto a desentrañarlo" (pág. 512).

  • Curiosidades y modas de la época:
- "La costumbre, antes femenina, de mandar codificados mensajes (...) según y dónde se colocaba la dama un falso lunar , ahora la habían adoptado también los hombres " (pág. 50).

- Otro código de comunicación en las recepciones y bailes de la clase alta era el del abanico (pág. 53).

- Moda afrancesada en el vestir, peinado, habla -galicismos-.

- La "castañeta (...) la construcción de un artilugio o dentadura postiza que, tras arranar (...) los dientes, se pega sobe las encías del paciente". En el besamanos de palacio, todos se quedan extrañados al ver sonreír por primera vez a Mª Luisa de Parma (desdentada tras tantos partos), luciendo su nueva dentadura. Al parecer, estas castañetas estaban hechas con los dientes de soldados jóvenes caídos en combate (págs. 61-2).

- "Echar los caracoles": en santería cubana, adivinar el futuro en función de cómo caen las conchas de caracoles.

- Magismo: moda del XVIII en Madrid, apariencia lujosa y barroca, en contraposición con la rigidez cortesana y aristócrata, de gusto afrancesado. En el vestir, se traduce como moda goyesca, con profusión de adornos, cintas, pasamanerías... Reflejo de la oposición del pueblo a las reformas ilustradas, que prohibían llevar capa y armas. El "majo" vendría a ser el opuesto al "petimetre". 

- Los bandoleros, que podía-n ser "oportunistas" o "fetén" (pág. 377), y demás salteadores de caminos. "Unos lo hacen por hambre, otros porque han cometido algún crimen, no pocos por escapar de quién sabe qué injusticia. Y luego están los bohemios, los nómadas, los circos ambulantes (pág. 172).

- La Serrana de la Alcarria, "la Aparecida", dama de familia pudiente que en el siglo XV, por mal de amores, se había echado al monte sin más compañía que los libros, para vengarse de los hombres " (pág. 172).

- "Placée (...) un gran invento, francés (...) ellos también lo llaman  matrimonio de la mano izquierda (...) es como un matrimonio normal, sólo que con otras bendiciones. Placer en gabacho quiere decir "situar" y, en las colonias francesas, se llama así a un arreglo por el que una mujer mulata o cuarterona, comprendes, pero siempre muy bonita, se convierte en esposa de casa chica. La otra, la de casa grande, es la de la mujer legítima, la que muere de aburrimiento haciendo punto de cruz y vistiendo santos mientras que la placée es la consentida, a la que llenan de flores y de joyas, de ropa relinda porque ya sabes cómo son los varones cica, lo que más les gusta es competir entre ellos, y allá en Saint-Domingue, que es la parte francesa de la isla (...) la rivalidad dicen que es tremenda (...) Y así, con la vanidad masculina por cómplice y mucha mano izquierda, las placées son las verdaderas esposas de muchos hombres con los que forman con frecuencia grandes y felices familias" (pág. 271).

- "Bailes de víctimas que se celebran en París. Sólo pueden asistir personas que han perdido a un pariente en la guillotina. Y como símbolo, llevan al cuello una cinta roja simulando el tajo de la cuchilla " (pág. 290).

  • Vocabulario:
- Zafra: recolección, especialmente ref. a la de la caña de azúcar.

- Jícara: vasija para tomar chocolate (originariamente, hecho del fruto del jícaro, árbol de Yucatán).

- Afiche: cartel.

- Estólido: falto de razón o discurso.

- Selenita: (de Selene, diosa de la Luna) yeso cristalizado.

- Berroqueño/a: duro, poco sensible o delicado. Granítico.

- Capón: pollo castrado para que su carne sea más jugosa y tierna.

- Entomología: estudio científico de los insectos.

- "Adorar el santo por la peana", en referencia a Goya -en la actualidad, "pagafantas"-, paseando a la hija de Cayetana, mientras ésta hace lo propio con Godoy (pág. 151).

. Chozno: hijo del tataranieto.

- Láudano: opio y otras sustancias.

- Arrumbar: retirar algo a un lugar apartado como inútil; desechar.

- Fámula: sirviente doméstico.

- Guedeja: mechón.

- Esquife: barco pequeño que se lleva en el navío para tomar tierra y otros usos.

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